sábado, 25 de octubre de 2008

Bits and pieces

Algunas cositas curiosas de la vida cotidiana:

- Un juego de sábanas, en Argentina, consta de una sábana de abajo, una de arriba y una funda de almohada. En Inglaterra casi no se usa la sábana de arriba, y un juego de sábanas está compuesto por una funda de acolchado y fundas de almohada. La sábana de abajo viene aparte.

- Los pobres borrachos de Londres (o sea, los “oficinistas-after-office” con varias pintas de cerveza encima) sufren de un déficit en la capacidad de discernir si están meando en el baño o en la pared del vecino. Increíblemente, es un padecimiento más grave en Londres que en Buenos Aires. Pobres.

- No existen las cerrajerías per se, siempre están dentro de otra cosa: una tintorería, una tienda de remiendo de zapatos, una ferretería...pero la cerrajería, como ente diferenciable, no ha logrado aún la independencia en este país.

- Muchas cuadras no tienen baldosas en las veredas: puro cemento, a la que te criaste.

- La gente le pone leche al té. El mismo afan con que nosotros cortamos el café, ellos lo aplican al Earl Grey.

Como dice el refrán, en la suma de las diferencias está la causa de que te sientas extraña.

lunes, 20 de octubre de 2008

Cine

A veces se me da por pensar que la gente en Londres no hace más que ir de shopping y tomarse una cerveza en el pub. Que los museos son “consumidos” como versiones cultas de un fast food. Que las expresiones artísticas tienen más que ver con el mercado que con la comunidad (para bailar tango, hay que garpar siempre, no existe la idea de ir a una plaza y encontrarte una milonga a la luz de la luna).

Y otras veces me digo que no, que tampoco es para tanto. Como ayer, en el London Film Festival: una masa humana desbordante para ver Caos calmo, una italiana protagonizada por Nanni Moretti (por supuesto, nadie hizo cola para entrar, otro caso “a lo bus stop”).

Toda esa gente ahí, esperando para ver una película de Moretti... no todo está perdido, entonces. Y al final, una de esas sorpresas que Londres tiene guardadas: el mismísimo Nanni ahí, hablando con el público, un poco incómodo, y tan genio como siempre.
Ergo, lo que mata no es la humedad, sino el prejuicio.

martes, 14 de octubre de 2008

domingo, 12 de octubre de 2008

Triste descubrimiento acerca de la humanidad

Una de las cosas que descubrí cuando llegué a Londres, con este vergonzante balbuceo en inglés que llevo como una mochila, fue que la gente no se comunica: sólo quiere hablar. Aunque la mayoría de las veces no cazaba ni jota de lo que me decían, con mirar al tipo a los ojos y asentir con la cabeza, más algún que otro “ahá” o “I know”, listo el pollo.

Este triste descubrimiento acerca de la humanidad (sí, me encanta el tremendismo) por un lado me bajaba el nivel de estrés ante cada nueva situación comunicativa. Por el otro, me generaba un cuestionamiento incómodo: ¿yo también soy así? me preguntaba, con altas probabilidades de una respuesta afirmativa.

Debe ser el tipo de cosas que se mueven adentro cuando uno se mueve afuera, se traslada, emigra del lugar confortable, conocido. Debe ser.

domingo, 5 de octubre de 2008

Bus stop

En la parada del bondi, la gente se acumula de forma distraída, aleatoria. Como quien no quiere la cosa, uno llega y se para en
c-u-a-l-q-u-i-e-r lado, no importa el orden. Ok, digo yo, y hago lo mismo. Supongo que cada uno se acuerda quién está primero, pienso, y sigo con cara de que la tengo re manyada.

Viene el colectivo y me doy cuenta de que no, de que todos se amontonan a lo ganado para subirse, cero respeto. Y entonces el que llegó último sube primero y el que hace dos horas que espera, se jode. La selección natural urbana.

Es loco, pero lo más loco es que nadie se queja, nadie dice nada. La fila es un quilombo, pero por alguna regla no escrita, todo el mundo es demasiado “educado” como para protestar contra algún piola.

Misterios de la máquina londinense. De este gigante entramado de hombres y costumbres. Andá a colarte en la cola del 168 en Puente Saavedra, pienso yo, y después contame.