miércoles, 26 de noviembre de 2008

Oh Bahia


A medida que dejaba atrás el aeropuerto, Salvador de Bahia se fue presentando como un masacote húmedo de cuerpos y autos en movimiento, una olla en ebullición. Más tarde, pateando las calles menos turísticas (como una turista que reniega de su condición, un proyecto de flâneur) yo misma fui parte de ese Once gigante a 35°, temperatura constante.

La favela atraviesa la ciudad. Ahí está, por donde se mire, ese cúmulo de chapas, ladrillos huecos, lonas, ropas colgadas, dándole a Salvador un aire de obra en construcción, de algo no terminado.

Mientras los londinenses invierten en sus casas porque pasan mucho tiempo ahí (y porque tienen con qué), los bahianos apenas van para dormir, viven en la calle, en el bar, en la playa, en cualquier lado menos en esos cubos calurosos y precarios.

Cada lugar que conozco corre los márgenes de mi idea sobre las posibles formas de vivir. Londres es límite, ley. Salvador es desmesura, desborde. Dos extremos que se ignoran mutuamente.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Eppur si muove

Desde que salí de Londres, hace casi dos semanas:

tomé un subte y después otro (llegué al aeropuerto), un avión (llegué a otro aeropuerto), otro avíón (llegué a Ezeiza), un remis hasta la casa de Ana, un colectivo a lo de Ramón, un taxi a lo de mi viejo, otro taxi de vuelta a lo de Ana.

Un tren a Retiro, un micro a Tandil, un remis a casa. Al día siguiente, otro remis a la terminal, un micro a Buenos Aires, un tren a lo de Ana. Un poco más tarde, un remis a Ezeiza, un avión a Salvador de Bahia. Me subí a un auto hasta la casa de Marcela, a varios colectivos y taxis en los siguientes cuatro días, y otra vez al auto para ir al puerto.

Tomé un catamarán a Morro de São Pablo (vomité dos veces), un barco hasta Valença y una lancha hasta Boipeba. Dos días después otro barco a Torrinhas y de ahí un bondi a Nilo Peçanha, donde tomé otro micro a Ubaitaba (y vomité dos veces más). Ahí tomé un micro a Eunápolis (para mí "Nápoles", hasta que lo ví escrito en el mapa) donde tomé un colectivo a Trancoso, que paró a mitad de camino para cambiar por otro más rápido.

En Trancoso, al otro día, tomé un bondi a Caraiva, y cuando llegué, crucé un río en bote (al lado iba un caballo nadando). Hace casi dos semanas que salí de Londres, y acá estoy.