jueves, 30 de abril de 2009

Resumen

En este casi mes y medio de no escribir, Londres y yo hemos tenido un reencuentro, cómo decir... intenso. Un breve resumen debería incluir:

- Que entraron a afanar a casa y se llevaron compu y cámara de mi propiedad. La culpa la tuvo mi gato Chanchu, a la vez único testigo del hecho, porque la ventana la dejamos abierta para que él pueda hacer de las suyas por los jardines del vecindario. El tema es que nadie que conozca a Chanchu puede echarle la culpa de algo. El tipo es un amor.

En los hechos la sacamos barata y, a pesar de todo lo desagradable de la intrusión, no pude evitar pensar en los ladrones, casi como en un film de Woody Allen, abriendo cajoncitos que aparentan guardar plata y encontrar viejas monedas de todo el mundo, o baúles y encontrar cartones y papeles para reciclar, o alajeros llenos de lavanda, o billeteras vacías. Eran ladrones menemistas: se llevaron dos laptops y dos cámaras, pero dejaron violines, cámaras antiguas y hasta una super8.

Lo más destacable es que tuvimos cuatro contactos con la policía a raíz de eso: vinieron a los cinco minutos de denunciar el ilícito, al otro día la forense (piercing incluido) recolectó las huellas con su gabinete mágico portátil, después nos visitó un asesor de seguridad que nos aconsejó cómo cuidar la casa sin hacer de ella una prisión (ésa fue nuestra consigna) y finalmente un policía local, asignado para la manzana donde vivimos (éste con tatuaje), se presentó y se ofreció para cualquier problema que tengamos. Todo eso sin contar las cartas que recibimos de un departamento de apoyo a las víctimas de crímenes y bla bla bla. Bué, la cuestión es que yo terminé soñando que me hacía voluntaria de la Metropolitan Police.

- Que fui a la manisfestación contra el G20 y me sentí como en casa después de mucho tiempo. Me puse a pensar que hay mucha gente en Londres con ideas humanistas, solidarias, profundas. No es sólo Oxford Street, después de todo. Qué bueno.

- Que me indigné cuando supe del chabón que en esa manifestación, sin comerla ni beberla, ligó un golpe por la espalda de un cana y terminó muriendo. En esos días todos nos acordamos de Menezes ( y yo de Kosteki y Santillán).

- Que volví a mi salida preferida, cada vez menos preferida: el supermercado. Y descubrí que la crisis llegó a Inglaterra y que los chantas ya estaban hace rato (otra forma de sentirme en casa). Una caja de seis barritas de cereal, que el año pasado costaba una libra, ahora cuesta 1,78. Pero lo peor es que trae CINCO barritas! Yo pensaba que esos viles trucos eran propiedad intelectual argentina, pero no.

- Que hubo muchos días fríos y lluviosos, pero también una semana seguida de sol, sol, sol. Así, casi furiosamente, como una revancha. Y todos nos sentimos energizados y llenos de poder. Lindo.