lunes, 8 de febrero de 2010

Yo, ratón de laboratorio


Casi como un experimento decidí, allá por septiembre, quedarme a pasar el invierno en Europa. Que no pueder ser taaaan terrible, que si va a ser mi nuevo hogar tarde o temprano lo tengo que enfrentar, que mejor voy a Argentina en marzo cuando empieza la actividad así puedo hacer cursos de esto y aquello… muchas cosas se me pasaban por la cabeza a modo de justificación.
Ahora, a tres semanas de embarcarme hacia la patria por un buen tiempo, me presento y digo acerca de estos meses inhóspitos que:
- “he vivido mejores momentos” (para decirlo en términos ingleses) o -en argentino- “la pasé como el c…”.
- el invierno es caro, carísimo. No sólo por la cuenta del gas: comés más, necesitás ropa de abrigo, más subte y menos bici, remedios para la gripe...
- la nieve es genial… por dos o tres días. Después de una semana te querés matar. Porque no es sólo nieve: es hielo también, y las consiguientes patinadas.
- lo de la hibernación es real y lo más sabio que uno puede hacer en esas circunstancias.
- me siento una sobreviviente, a mucha honra.