lunes, 30 de junio de 2008

Lesbos

Londres le depara a uno experiencias inverosímiles. Como la de estar pasando en bondi por pleno “microcentro” y de pronto descubrir un cementerio medieval. O como la de caminar por un barrio residencial a la noche y encontrar un zorro en el medio de la calle. O como la del sábado pasado: entrar a un parque y bañarse en un lago sólo reservado para mujeres, en un entorno digno de Sueño de una noche de verano.

Sí, en el corazón de Hampstead Heath (a veinte minutos del centro de la ciudad), rodeada de un bosque encantado, hay una isla de Lesbos oculta. Con mujeres de todos los tipos, edades y tamaños, alejadas de cualquier decoro inglés y de la tiranía de la moda: la mayoría ni siquiera usa traje de baño, sólo una bombacha ordinaria y topless.

A la entrada, los carteles advierten, so pena de descuartizamiento en Trafalgar Square: “ladies only”. Un poco más allá, una máquina expendedora de entradas que, otro dato inverosímil en un pueblo tan respetuoso de las reglas, casi nadie usa. Y al final del sendero: ese paraíso de féminas, esa reivindicación de las sociedades matriarcales.

Yo celebro la caja de Pandora londinense, agradezco el solcito y la brisa tibia, y me voy a dar un chapuzón al lado de los patos.

lunes, 23 de junio de 2008

Cana

La policía londinense y la porteña son muy diferentes, eso es una verdad de perogrullo. No es sólo porque una trabaja y la otra… bue, la otra manguea pizza y manda mensajes de texto. Hay algo más, algo anclado en el imaginario social. El policía de Londres es todavía un humano, un simpático custodio del orden, incluso diría una autoridad confiable (a pesar de todo el terreno que ha ganado el discurso psicópata antiterrorista).

Lo primero que se le viene a uno a la cabeza es el clásico “bobby”, amable y desarmado. Se lo puede ver haciendo chistes con los manifestantes en una protesta. O en una esquina, respondiendo a las preguntas de los turistas desorientados, cual mesa de informes itinerante. Lo que se dice un tipo macanudo.

Hace unos días vi un afiche en el subte invitando a ser “policía voluntario”. Así como leyeron: cana ad honorem. ¿Se imaginan eso en Argentina? Imposible. Si acá se puede es porque hay todavía cierto capital simbólico, un orgullo, un prestigio en ser policía. No hay ruptura entre sociedad civil y fuerzas de seguridad: policía y ciudadano están en la misma vereda.

Y hace rato que eso no es así en Buenos Aires. Que tenemos tantas razones para sospechar de un policía como ellos de nosotros, o tal vez más. Sobre todo, si los pescamos saliendo de una panadería.

viernes, 20 de junio de 2008

Tres ladies

Una "lovely" postal del verano londinense: domingo a la tarde en Parliament Hill.

viernes, 6 de junio de 2008

Un poco personal

Permítanme este desliz melanco y algo infantil, si se quiere.Recuerdo mis primeros días en Londres. Me recuerdo a mí, caminando por Kentish Town Road con la sensación de que había otra Florencia en Buenos Aires, una que seguía yendo a trabajar como siempre, como si nada hubiese pasado. Un desdoblamiento involuntario. ¿Un mecanismo psicológico para amortizar el shock del cambio? Qué se yo. Lo que sé es que hay algo de la existencia constante, regular, inmutable que nos tranquiliza, que me tranquiliza.

Estuve unas pocas horas en Buenos Aires y quise ir a comer pizza de parado a Guerrin con mi amigo Santi (ex periodista, futuro coreógrafo, eternamente poeta de lenguaje poderoso). Y ni bien entramos a ese antro de la fritura lo vemos, paradito detrás de la caja, como desde el principio de la Historia de la Humanidad imagino yo. El tipo viene cobrándome la pizza de verdura que me pido cada vuelta desde la primera vez, hace casi diez años.

Con Santi pensamos en el alivio que es descubrir que a pesar de que uno se vaya y vuelva, haga y deshaga, se case y se divorcie…siempre va a haber un cajero de pizzería justo a la vuelta de la esquina, para demostrarnos que el mundo sigue siendo mundo.