domingo, 7 de junio de 2009

Dominguera

Hace rato que quiero contar algo que me pasó hace rato. Por razones que no vienen al caso, tuve que ir un domingo a la mañana a buscar la bici al otro lado de un parque cercano (Regent’s Park, para los que conocen). La cuestión es que no tenía compu para averiguar cómo llegar hasta ahí en bondi (la web del sistema de transporte es de consulta obligada para los londinenses), entonces decidí caminar.

Hay un canal (Regent’s Canal) que atraviesa el parque y que de un lado tiene una veredita otrora para los caballos, ahora para los transeuntes (mientras por el agua pululan las barcazas). Así que ahí iba yo, marcha constante, internándome sin saberlo en un universo paralelo.

El sol brillaba a más no poder, haciendo brillar a su vez el agua verde y toda la vegetación circundante (que en verano es muy tupida, por poco tropical).

Primero me pasó por al lado un grupo de nalgas envueltas en lycra (la lycra también brillaba), a trote firme. Casi como un cardumen de corredores.

El cielo estaba tan azul que me pareció el de Argentina (como todo el mundo sabe, no es el mismo). Me fui acercando a la zona del zoológico (que está metido en el radio del parque) y entonces ya no escuché cuervos (el ave oficial de Londres), sino leones y elefantes.

Bordeé una jaula gigante con unos pájaros que parecían cóndores, aunque dudo que lo fueran realmente.Pasó un tipo al lado mío vestido como Kinski en Fitzcarraldo: inmaculado traje blanco y  sombrero de paja. Creo que llevaba un bastón.

A esa altura la fauna (animal y humana) ya se me hacía muy surrealista y divertida. La frutilla del postre fue un shhhhhhhhhh que escuché surcando el aire como en sistema dolby. Miré a mi izquierda y ví tres patos de cabeza y cuello verdes (esos de los almohadones) en un amerizaje perfectamente sincronizado. A tal punto que los tipos parecían pilotos, no patos.

Salí del canal con la sensación de haber atravesado un portal, o haber despertado de un sueño, o… no sé, la experiencia más dulcemente extraña que se quieran imaginar.



2 comentarios:

Mariana dijo...

que lo pario... los domingos a la maniana, en las ciudades grandes, muchas veces pareciera que se ven solo los especimenes mas raros. Simpaticos, inofensivos... pero de libro realmente.

Ana dijo...

Fue más interesante que el paseo en colectivo sin duda.