viernes, 18 de julio de 2008

Clima

En Londres se habla del clima como en Buenos Aires se habla de política. Es la charla obligada, el tema que rompe el hielo en el taxi, en el ascensor o en el mercadito de la esquina.

No hay duda de que los lugares comunes facilitan la cosa comunicativa, acá y allá, pero me asombra lo arriesgados que somos a la hora de establecer una fórmula para la interacción. Son distintos grados de compromiso: el comentario vacío de “uy…cómo llueve” y la opinión desgarrada de “en vez de avanzar, en este país vamos para atrás”.

Me dice una fuente confiable que el tópico del clima en Londres tiene que ver con “lo ingobernable” (y sabemos que es algo que puede volver loco a cualquier cristiano). Tal vez también haya un poco de eso en las críticas de dos pesos del tachero porteño, como un sentimiento de que el asunto se va de las manos. Sólo que lo que está “fuera de control” en un caso es el viento y en el otro, un país.

¿Hay algo más impersonal que hablar del clima? La conversación se desliza sin sobresaltos, no sólo porque es materia archiconocida, sino también porque el objetivo de no discrepar está garantizado. A lo sumo se puede blasfemar contra el servicio meteorológico.

No pasa lo mismo cuando se trata de política, claro. El comentador se expone, exhibe una parte de sí cuando juzga. El terreno es inevitablemente personal, y social: da la casualidad que eso que elegimos en Argentina como lugar común de las conversaciones casuales es algo que nos afecta a todos. Más aun: somos nosotros mismos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que grande Panichelli! Para nosotros la política es como el clima, tal cual. El verbo "votar", cuando se trata de una ley, es como "llover". Me encantó tu analisis político-climático. Ahonde y sale un libro de esto!!! Por favor!!!
BESO!
DOMINI

Florchi dijo...

Cha gracia Domini, siempre apoyando usté. Y siempre con ese ojo editorial, un periodista de raza!
Besote!