Una de las cosas que descubrí cuando llegué a Londres, con este vergonzante balbuceo en inglés que llevo como una mochila, fue que la gente no se comunica: sólo quiere hablar. Aunque la mayoría de las veces no cazaba ni jota de lo que me decían, con mirar al tipo a los ojos y asentir con la cabeza, más algún que otro “ahá” o “I know”, listo el pollo.
Este triste descubrimiento acerca de la humanidad (sí, me encanta el tremendismo) por un lado me bajaba el nivel de estrés ante cada nueva situación comunicativa. Por el otro, me generaba un cuestionamiento incómodo: ¿yo también soy así? me preguntaba, con altas probabilidades de una respuesta afirmativa.
Debe ser el tipo de cosas que se mueven adentro cuando uno se mueve afuera, se traslada, emigra del lugar confortable, conocido. Debe ser.
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4 comentarios:
Aca en Holanda es igual. en realidad no hacen mas que transmitir info: ya sea de algo aprticular o de lo que piensan de algo. pero no hay chance de intercambio, de discusion, de poder desmenuzar la cosa. No. Esto es asi... y lo que vos tengas que decir, no me calienta.
A mi me trastorna eso porque si hay algo que me revuelve es la falta de comunicacion... y me sigo dando la cabeza contra la pared.
Uy, Marian...yo pensaba que era algo de las grandes urbes, un tipo de alienación de la megápolis, pero veo que no...
"...la gente no se comunica: sólo quiere hablar." Yo tengo esa misma sensación, y cada vez más seguido. Es un poco descorazonador.
Eh sé, Pepita, por suerte "la gente" no es todo el mundo, no? Hay que buscar la grieta, que existir, existe.
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